Por / Javier Medina
En las dos entronizaciones de Tiwanaku, el Presidente Evo Morales ha llevado el célebre gorro ceremonial de cuatro puntas y base circular. No es un adorno, es un programa de gobierno que condensa la visión andina del Poder supremo. Intentaré una lectura para los bolivianos occidentales.
El nombre de este gorro estatal es Ch´uku. Etimológicamente proviene de la silaba significativa ch´u que significa: juntar, coser, unir; y ku que significa: causa, misión. Así, pues, lo que dice el Chu´ku es que su portador tiene el deber de unir, juntar, coser lo plural: representado en las cuatro puntas, en una composición en la que, sin embargo, cada cual conserva su alteridad pero formando parte de una totalidad: el círculo de la base. La cuadratura el círculo, justamente, que sólo se puede resolver, como demuestra el Ch´uku, en tres dimensiones. Esta es la manera andina de entender lo uno y lo múltiple. (La CPE ha elegido la manera monoteísta católica: un solo Dios: lo sustantivo, y 36 nacionalidades: lo adjetivo).
Ahora bien, esta manera andina de gobernar tiene un horizonte no antropocéntrico. Primera gran diferencia con la visión calvinista anglosajona, hoy en vigencia, y que ha entrado en crisis con el calentamiento global y su manifiesta incapacidad para responder
a los nuevos desafíos; Copenhague, por ejemplo. De ahí, el éxito del discurso global de Evo sobre la Madre Tierra. Así, pues, las cuatro puntas del Ch´uku apuntan, en primer lugar, a los cuatro puntos cardinales del universo, que ya aparecen en la Chakana: el mapa cosmogónico del planeamiento andino. Aquí se funda la visión cosmocéntrica de esta civilización que el monoteísmo: la colonización, ha ido desmontando y reduciendo a la sola visión antropocéntrica, so pretexto de idolatría: “adoran a las estrellas”. Nada más falso. Esta era y es una manera concreta de expresar el principio básico de esta civilización: el principio de relacionalidad al nivel más “abstracto”. Todo está conectado con todo, como ahora volvemos a saber por la ciencia del nuevo paradigma.
Esos cuatro puntos estelares fijados ya sobre el territorio se cualifican como Urin: por donde sale el sol: Oriente; Aran: por donde se pone el sol: Occidente (que da lugar al ayllu, precisamente). Uma: lo húmedo, femenino, bajo y Urku: lo seco, masculino, alto (que da lugar a los trajines del ayni: la reciprocidad). Estas son las coordenadas que permiten ordenar el territorio de un modo equilibrado y complementario; objetivo que no cumple el modelo republicano de municipios, provincias y departamentos, aunque éstos se definan como autónomos. Este ordenamiento político administrativo, de tipo mediterráneo, es el que ha producido pobreza al romper la simbiosis inter zonal propia a la alta montaña tropical. Esa ruptura de la simbiosis inter ecológica, como eco de resonancias astrales, fue el cometido de las Reducciones toledanas que acompañaba, administrativamente, la extirpación de idolatrías.
Una aplicación concreta y posible, ahora, por ejemplo, en el departamento de La Paz (Propuesta electoral de Simón Yampara), de este primer significado del Ch´uk, podría ser el siguiente:
Volver a hacer de Tiwanaku no sólo una capital ceremonial sino también político administrativa. Siguiendo a la CPE, los cuatro Suyos se pueden entender como Autonomías Regionales. Con lo que se abre una posibilidad de innovar a partir de lo constituido. La idea andina de paridad obliga a postular una capitalía en las Tierras bajas: Paititi. Con lo cual se abre la posibilidad de curar estructuralmente el cáncer urbano del El Alto / La Paz: incubadora de violencia e inseguridad, producida por una lógica que focaliza todos los recursos, monístamente, en un solo punto. Alrededor de Paititi se vuelve a replicar la lógica fractal de autosimilitud de Tiwanaku y así: hacia lo más pequeño y hacia lo más grande (¿La confederación del ALBA con doble capitalía en La Paz y Caracas?).
Estos cuatro puntos también significan la pluralidad de pueblos y naciones que componen la comunidad política: la confederación tiwanakota que se puede ver, por cierto, en el museo de Pariti. El Chu´ku dice que la misión de su portador debe ser esforzarse por unir, coser, juntar, estos diversos pueblos en la lógica de la complementariedad de opuestos. Este punto de vista andino se opone al modelo monoteísta occidental que instaura un punto que concentra todo el poder: un solo pueblo tiene la verdad, la razón y el derecho a existir: Occidente. Los demás o se incluyen (desapareciendo como tales) o se joden: el tercer mundo. Tertium non datur.
Políticamente, aquí y ahora, eso significa que el portador del Ch´uku debe reconocer y respetar la alteridad de la civilización occidental en Bolivia: el comiteísmo cívico católico de las tierras bajas y las ciudades: el restante 35% que, sintomáticamente, se ha comportado haciendo honor a su fundamentalismo cainita negador de la alteridad indígena y Evo les ha dado de su propia medicina aplicando un soft power de cuño indígena. Espero que aprendan la lección y se ubiquen. Eso significa, sin embargo, que el portador del Ch´ku debe esforzarse por tejer, coser, una alianza de civilización entre la matriz occidental y la matriz indígena (que la oferta Yampara, a nivel local, con la alianza del Katarismo de Katari y el MSM, como representantes de ambas matrices civilizatorias). Esto, a nivel macro. A nivel micro, lo peor del modelo occidental: la primacía del Uno que, en política, se traduce en la idea de Hegemonía, que puede ser liberal o socialista: “la mayoría tiene la razón”, “Partido único”… lleva a una idea que empuja a entender al Otro como enemigo: “Si no estás conmigo, estás contra mi”. Sólo hay un dios, una sola verdad, un solo camino, una sola iglesia. Extra ecclesiam nulla salus. Por el contrario, el concepto andino de Ch´uku lleva a entender y tratar al otro como complementario, como parte de una totalidad mayor, expresada en el círculo de la base del gorro. La Holoarquía tiwanakota. Es el modelo de la ciencia de punta actual.
Así, pues, al interior del Proceso de Cambio hay también “cuatro puntas” que hay que manejar como complementarias, no como adversarias. Ni Juan del Granado, ni Simón Yampara, ni Abel Mamani son adversarios; expresan facetas negligidas por el MAS: gestión, institucionalidad, identidad aymara que enriquecen un Proceso que corre el peligro de caer en un hegemonismo monoteísta negador de toda alteridad y precipitarse en la vorágine peguista de entender la administración pública como una chacra para cosechar, por turno democrático, un salario. Con lo que la construcción del nuevo Estado será inevitablemente gelatinosa y fluida; un fallido ensayo tercermundista más.
El tiempo dirá si las ceremonias de Tiwanaku son puestas en escena rituales o teatrales. El mundo, entre tanto, observa con curiosidad y esperanza la emergencia de un nuevo paradigma. Tiwanaku lo ofrece, Evo lo oficia y Simón Yampara lo propone como programa de gobierno concreto para la Gobernación de La Paz. ¿Por qué pelearse cainitamente?
1 comentario:
estima javier,soy uno de los jovenes lideres formados en la escuela itinerante; ud, vino a darnos algunos talleres: he leido algunos de sus trabajos en su blog y realmente es escepsional la forma como argumenta.
sin enbargo desaria saber si pudiera añadir txtos relacionado sobre el analisis de la nueva ley educativa de elizardo y abelino; claro desde su perspectiva teorica:
atte rubenmar29@hotmail.com; rubenmar29@yahoo.es
www.RubenYujraEscobar.blogspot.com
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