lunes, 1 de diciembre de 2008

Nueva correlación de fuerzas políticas y emergencia indígena (1)

Por : Javier Medina

“Ahora es nuestro tiempo” Comuneros de Mohoza 1899

“El Altiplano hablará y dará fruto” Benjamín Solari Parravicici Profecía de 1938

Contexto de larga duración desde el punto de vista occidental: el final de la forma Estado Nación

La forma Estado Nación, en general, está pasando por una pronunciada crisis, pero esta crisis no puede ser interpretada todavía como el preludio de su muerte. Por un tiempo más el Estado Nación continuará siendo una unidad política y sobre todo simbólica dentro del sistema internacional. Su desempeño tiene lugar en un escenario plural que incluye diversos actores supra-nacionales, sub-nacionales y no-gubernamentales que compiten con él y entre sí, por un mayor espacio en la toma de decisiones públicas. En el Norte, donde el Estado Nación, a través de la industrialización logra cumplir todas sus metas, ya no es un actor soberano y autónomo en los términos absolutos del siglo XVII. Pareciera que estos estados nacionales se están transformando en actores de baja soberanía que lejos de actuar con anhelo autónomo, necesitan de la interdependencia, piloteada empero desde una fuerte visión estratégica. Al estar su accionar fuertemente sometido a variados condicionamientos internos, por parte de micro fuerzas sub-nacionales, y externos, por parte de macro fuerzas supra-nacionales, su objetivo parece consistir en ubicarse en el mapa estratégico de la economía globalizada de forma tal que puedan maximizar los beneficios que la misma ofrece y, simultáneamente, minimizar los costos negativos que ella implica. En el Sur, donde el Estado Nación, por no haber logrado un proceso de industrialización integral, debido al catolicismo y al animismo, se presentan dos escenarios.

Uno, el de llamados “Estados emergentes” que tienen estado, sociedad civil, símbolos e intereses comunes. A pesar de la pobreza y exclusión internas: tienen clases dominantes nacionalistas que han logrado hegemonía sobre sus clases subalternas (México, Brasil, Chile...).

El otro escenario, los “Estados fallidos”, son todos esos países que siguen siendo exportadores de materias primas, y sus elites quieren seguir siéndolo y, mejor, si la propiedad de éstas es también transferida a las transnacionales; que no lograron crear una clase dominante y tecnocrática, ni quieren tenerla, por razones políticas: cuoteo; que no han conseguido ocupar administrativamente su territorio; que no han podido homogeneizar a sus poblaciones (ni a través del lenguaje, la evangelización, el mercado, la escuela, el hospital, el cuartel, la cárcel, el manicomio...); que no han creado un mercado interno capitalista (ergo, sigue funcionado un mercado de reciprocidad); que no han sido capaces de intitular la propiedad mal habida de la tierra (una propiedad puede tener media docena de títulos sobrepuestos de propietarios ausentitas); que no han logrado (muchas veces ni quieren) incluir a sus clases subalternas no occidentales; que públicamente hacen gala de haber perdido la más mínima soberanía formal y simbólica, dejando mandar públicamente al Embajador de la potencia colonial que corresponda o a los gerentes de las transnacionales; que ninguna política pública pueden llevar a cabo sin financiamiento externo y asistencia técnica (que, por cierto, no producen los resultados previstos, por razones culturales); que tampoco pueden cobrar impuestos (pues ello implica ciudadanía e institucionalidad: existencia, justamente, de un “Nosotros público”); que, por no poder, ni siquiera pueden cubrir su propio Presupuesto: imploran limosna para pagar los salarios de su sector público; más trágico aún: no pueden ejecutar los recursos donados que, cada año, en el Grupo Consultivo de Paris, se los vuelven a reempaquetar con un nuevo papel celofán.

De esta legión de Estados fallidos, los Estados acreedores han escogido un grupo selecto: el de los irredimibles pero educaditos, a los que les han puesto sobre la frente un sello, casi un tetragramaton: HPIC, del que sus elites políticas, por cierto, se ufanan y vanaglorian. En rigor, el concepto de Estado Nación a estos países hace tiempo que ya no les cabe. Bolivia, en el hemisferio occidental, es el máximo ejemplo de un Estado fallido, de una economía inviable y de organizaciones caóticas ingobernables. La cadena de la forma Estado Nación ha empezado a romperse en el eslabón más débil: Bolivia. Véase mi Diarquía. Los interesados pueden pedírmelo a: medibits@entelnet.bo

Contexto de larga duración desde el punto de vista indígena: los bucles de la rebelión anticolonial indígena Las naciones indígenas, por su parte, están en un largo proceso de acumulación de fuerza y energía simbólica que tiene los siguientes bucles.

Amarus / Kataris

En 1780-81 tiene lugar el primer gran bucle rebelde indígena de los Amarus / Kataris. Crisis del Estado colonial que los kollas, quechuas y aymaras, para usar la expresión de Untoja, Ensayos para una Rebelión, La Paz, 2005, aprovechan para mostrar su voluntad política de reconstituir la Diarquía incaica. Esa voluntad política se expresa en la simbología de los nombres Amaru / Katari. Simón Yampara: Pacha 3(1996)45-70, en la autocrítica del katarismo cipcaico, hizo una lectura en clave mítica y chamánica que contribuyó al proceso de descolonización política de los aymaras. Katari, en efecto, más que un personaje histórico es un tótem: la serpiente. Pablo Mamani: AymaraNet Archives, redondea la idea, recordando que la serpiente mítica, en un determinado momento, puede aparecer como Uma Katari, serpiente de agua, que podemos ver como un enlace amazónico: la Sicurí Anaconda; en otro momento, como Uraq Katari: serpiente de tierra; en otro, como Nina Katari: serpiente de fuego, y, finalmente, en tiempos de tinku y kuti, como Tupaj Katari: cóndor de las alturas-sierpe de tierra/agua: Wira-Qocha. Los Amaru Kataris marcan la Agenda de larga duración de la Rebelión de las naciones indígenas que nada tiene que ver con los movimientos sociales que aparecen en las sociedades industriales de la Europa del siglo XX. Su Agenda es la recuperación del territorio y la reconstitución de la Diarquía tawantinsuyana que contempla la inclusión de los “españoles pobres”. En la actualidad, los kollas e indígenas de tierras bajas, al usar acríticamente el concepto europeo de “movimientos sociales”, se perforan su propia Agenda estratégica y se dejan capar políticamente al no pensarse en sus propios términos: rebelión indígena, naciones indígenas mayoritarias, Estado propio: Diarquía. Esta abdicación conceptual los lleva a comportarse como “tontos útiles” que sacan y ponen presidentes ajenos. ¡Ojo a los conceptos!

Willkas El siguiente bucle es el de los Willkas, 1899. Felix Layme, en su Diccionario, nos enseña que Wilka significa Sol, Inti, jefe; en Wila tiene la connotación de rojo, carmesí: sangre. Jefatura hierática a través de la sangre: el tinku. Pablo Mamani señala, además, los siguientes significados: energía de la vida, fuerza del poder, señor o padre eminente, símbolos que otorgan poder de investidura. El contexto de la rebelión: crisis del Estado boliviano: guerra federal entre liberales y conservadores por la capitalía de la república. Trasfondo económico: despojo de tierras comunales por Melgarejo: expansión de la hacienda, que es respondida por levantamientos indígenas. Investidos por la comunidad, el ayllu, los Willkas encabezan el segundo bucle rebelde indígena. Sarati Willka, se alía al liberal Pando y derrota a las fuerzas de Severo Fernández Alonso. “Después de estas hazañas, el movimiento aymara, adquiere de pronto su propia autonomía de acción y pensamiento y, en esas condiciones, se produce un primer gobierno indígena en la república con Juan Lero en Peñas”: Pablo Mamani. Véase, así mismo de Mamani: El rugir de las multitudes. Aruwiyiri-Yachaywasi, El Alto, 2004. Los Decretos de ese gobierno kolla, según Condarco, son los siguientes: 1) “Restitución de las tierras de origen”; 2) “Exterminio o, por lo menos, el sometimiento de las castas dominantes a las nacionalidades indígenas”; 3) “Constitución de un gobierno indígena”; 4) “Desconocimiento de las prerrogativas de gobierno de los jefes revolucionarios”; 5) “Demostraciones de acatamiento y vasallaje a la autoridad de Pablo Zárate Willka”; 6) “Imposición universal del traje de bayeta”. Como se ve, la Agenda estratégica de larga duración de los Amarus / Kataris, se mantiene.

Mallkus–T´allas, Mburuvichas, Mborerekuar Gwasu, Konkaziki, Dacasute

El tercer bucle se abre en 1992, entra en eclosión a partir del año 2000 y, cosmológicamente, se consolidará en 2012, cuando termine el último katún del calendario maya: el katún transicional del no-tiempo y las grandes trasformaciones cosmo-bio-socio-psico-noo-esféricas. Este tercer bucle de la Rebelión se abre con un proceso de reconstitución del Principio comunitario, Ama sapa: No seas individualista, tanto en tierras altas: el ayllu, como en tierras bajas: la tenta, el cabildo, la capitanía, el concejo …; así como de su sistema de autoridades originarias: Mallkus-T´allas, Mburuvichas, Chama, Ibo, Yürriaburr …aglutinadas en Consejos indígenas: CIDOB, CONAMAQ, CEPIB, APG … reconocidas por la ley de Participación Popular que, a su vez, dará lugar –katarismo mediante- a la operación más grande de redistribución de poder político y económico que facilitará y acelerará el empoderamiento de las naciones indígenas. Un sentido inmediato de mallku es cóndor: el señor de las alturas que planea sobre los ayllus, markas y suyus de las tierras altas. Un sentido mediado políticamente sería el que manifiesta el significado de la función de la autoridad indígena en tiempos de paz: facilitador de la toma de decisiones comunales; relacionador del ayllu de aka pacha con el ayllu de alax pacha; interfase operativa entre el ayllu de los jaqi y el ayllu de la sallqa. Como canta Luzmila Carpio: “el Mallku comunica a los hombres-mujeres con las fuerzas de la vida de las montañas, para vivir en armonía y en comunidad”; en Suma Qamaña, como, más pachasóficamente, nos lo han recordado los pensadores aymaras Mario Torres y Simón Yampara: Pacha 6(2001)45-70. En tiempos de paz, la jefatura indígena no tiene poder; cumple una función rotativa de servicio. En tiempos de tinku: awqa pacha y sobre todo en tiempos de Kuti, el Mallku, como muestran los Amarus, Kataris, Willkas, o las jefaturas indígenas en tierras bajas, se concentra y unifica para el tinku o la guerra. Sólo entonces los jefes tienen poder: todo el poder. No se ha llegado todavía a este punto.

Contexto político: fracaso de las reformas liberales económicas (con las que se alía el katarismo aymara para propulsar reformas sociales: la ley INRA, la Participación popular y la Reforma educativa; educación intercultural bilingüe) propulsadas por el Consenso de Washington que trae consigo la crisis terminal de la República de Bolivia, tanto económicamente: vive de la caridad internacional, como políticamente: su sistema de partidos está herido de muerte: no tiene ninguna credibilidad. Lo único vigoroso es la emergencia de la comunidad, a la que contribuyó el katarismo desde el Gobierno: OTB. Por tanto, a diferencia de los anteriores bucles rebeldes, éste encuentra al Estado boliviano en su máximo grado de debilidad y vulnerabilidad. El actual simulacro estatal se mantiene en pié, mediáticamente, gracias a que los titulares de los diarios y los noticieros de televisión hablan de sus actores políticos. ¿Cuál es la consistencia de la “realidad” mediática? No lo sabemos todavía.

A diferencia de los anteriores bucles rebeldes, el actual tiene dos peculiaridades. Uno: los kollas se han urbanizado y expandido a las tierras bajas, sin por ello haber abandonado su lógica del doble y hasta triple domicilio. A sus domicilios urbanos han llevado su lógica comunitaria que, ahora, se traviste y resucita en la Junta vecinal: la OTB de las ciudades. Por tanto, pues, este tercer bucle de la Rebelión indígena está conducido, en el área rural, por los Mallkus-T´allas de CONAMAQ, en las tierras altas; los Consejos indígenas de la CIDOB, en las tierras bajas. En las ciudades, por las FEJUVEs. Estas instancias orgánicas son los motores del actual ciclo rebelde, de cuño comunitarista y, por ello, dirigido por sus “Mallkus” urbanos y rurales. A ellos se suman también los relictos del Estado del 52: COB, FSTMB, CSUTCB, CORes y las federaciones departamentales campesinas, colonizadoras, cocaleras, mineras, cooperativistas, gremialistas que, así mismo, son totalmente indígenas. Más formas sui géneris que han emergido de las mismas movilizaciones: guerra del agua y guerra del gas, como el así llamado Estado Mayor del Pueblo: indígena urbano. Dicho de otro modo: en el tercer bucle rebelde, lo indígena es urbano y rural. Sólo un racismo sutil puede llamar a ésto “movimientos sociales”.

Pero, así mismo, este tercer bucle tiene una vertiente espiritual y esotérica que tiene que ver con el Pachakuti y con la revalorización pública de la espiritualidad y ritualidad indígena. Esta vertiente está articulada con el lado cualitativo de la globalización: la espiritualidad ecológica en las sociedades postmodernas del Norte: New age, medicinas holistas, terapias de origen animista, neochamanismo. Los actores son normalmente los hijos de los guerreros del agua y el gas y de las elites económicas indígenas globalizadas: Kamiris del Gran Poder. Cancio Mamani, en su programa matutino de televisión, RTP, está contribuyendo a esta nueva puesta en escena. Una muestra de ello, que ha salido últimamente a la luz pública es, por ejemplo, la Comunidad Sariri y, en concreto, la puesta en escena de la fiesta del año nuevo aymara 5513 en Tiwanaku y cuyo software ha sido presentado en RTP en el Programa Pacha Ajayu. Pero hay más comunidades virtuales indígenas; unas que recorren el Tawantinsuyo latente: Caminantes de los Andes, Quechuas viajeros; otras que se están religando a sus raíces asiáticas, sobre todo chinas y tibetanas. Todas, jovencísimas. Hay que entrar a la Web y, sobre todo, a las emisoras indígenas para jóvenes, como Wayna Tambo, para percatarse del salto cuántico en curso: una verdadera revolución de la Conciencia: para cambiar al mundo hay que empezar a cambiarse a sí mismo. Este vector del Pachakuti, por razones obvias, no es percibido por la intelectualidad del antiguo régimen, tanto liberal, clerical, como socialista. En este contexto rebelde, conceptos como Hegemonía, por ejemplo, han quedado absolutamente obsoletos. La rebelión indígena en curso tiene un calado axiológico, ecosófico, mítico, cosmológico que, al ocurrir en otra frecuencia de onda, se protege de la banalización de los media oligárquicos y de sus ana-listas: listos-del-ano.

La Agenda estratégica de la rebelión indígena, en su tercer bucle, se yergue como una Serpiente de agua, una Anaconda, desde las tierras bajas, levantando la bandera del Territorio y lo que ella entraña: los recursos naturales: agua, gas, petróleo, bosque, biodiversidad, minerales de tercera ola: litio. Dentro del concepto de Territorio, se inscribe la consigna que en el último año ha producido una evolución acelerada de la Conciencia colectiva no sólo de las naciones indígenas sino, incluso, de la mayoría de la nación boliviana: “los españoles pobres”: la nacionalización de los hidrocarburos y su industrialización. Este punto es de vida o muerte, pues sin él no es posible pensar una nueva estatalidad. En ese sentido, esta consigna es la base para una “refundación”, “reconstitución”, “restitución” del Estado.

El segundo punto de la Agenda estratégica de la rebelión indígena: la autonomía política, en este tercer bucle rebelde, se expresa en la consigna de la Asamblea Constituyente, que no es otra cosa que la recuperación de la autonomía y soberanía política, a través de medios democráticos y constitucionales, para las naciones indígenas y los “españoles pobres”. ¿Cuál es ahora el “traje de bayeta”? Su paradigma ecológico, simbionómico, cibernético, cuántico. Los “españoles pobres” tenemos que negociar con las naciones indígenas un lugar propio civilizacional bajo el paraguas estatal de una Diarquía. Nosotros somos la energía fermiónica: individualista; ellos, la energía bosónica, comunalista. No hay Vida sin la complementariedad de estas dos energías opuestas. De ahí que nos conviene a todos la forma Diarquía.

La Agenda estratégica de larga duración de la rebelión indígena se ha convertido en lo nuclear de la “Agenda de Octubre” que da fin político al ciclo neoliberal. Es decir, las naciones indígenas están marcando la agenda política de la República boliviana en este periodo de transición.

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