domingo, 23 de noviembre de 2008

El Estado CH'UTA. Una divagación de fin de año...

Según el Yatiri, Dr. Felix Layme, Diccionario Bilingüe Castellano Aymara, “Ch´uta” significa “Choque de dos bolas, de dos objetos esféricos”. También es el nombre de una danza aymara que se baila en la época de lluvias. Designa , así mismo, tanto la ropa: el pantalón, en concreto, como al danzante. Me han dicho, aunque yo no he tenido el ojo tan avizor, que el Ch´uta paceño baila con sus dos cholas, al mismo tiempo, una a la derecha y la otra a la izquierda (¿Dos objetos esféricos?) y, simultáneamente, a una la hace girar hacia la izquierda y, a la otra, hacia la derecha. No es lugar para profundizar sobre el significado cuántico del spin de ambas rotaciones, aplicado a las dos Bolivias que, este año, han cerrado su tinku con una Entrada de Ch´utas que me ha dejado lelo, primero, maravillado, después. Evo, de Super Ch´uta, haciendo bailar, simultáneamente, a sus dos cholas: una hacia la izquierda, levógiro, a la de pollera, y, a la otra, la de tipoy, dejando que gire hacia la derecha, dextrógiro. El mono-teista Víctor Paz no lo hubiera permitido: hubiera impedido que la alteridad se manifestase, “con los instrumentos democráticos que le faculta la Constitución”. Sólo hay, en efecto, una verdad y un solo movimiento. Preferible, me parece, es moverse en el universo de la materia y la antimateria, las simetrías y asimetrías, las partículas y antipartículas …como se dan las cosas en la vida misma.

El año político, pues, se cierra con esta imagen insólita: en las tierras altas, los pueblos indígenas celebran y festejan la entrega del nuevo texto constitucional al Presidente Evo Morales y, al mismo tiempo, en las tierras bajas, los comiteistas celebran y festejan la entrega de sus “estatutos autonómicos”, redactados, debatidos, consensuados y aprobados en menos de una semana, a sus respectivos prefectos. A pesar de ello (: dos Bolivias que, cada una, sigue su propio spin) todos se empeñan en considerar que el país es uno y que la forma unitaria es la que más nos conviene. La evidencia de los hechos, no parece decirles nada. El adjetivo que más veces ha salido el último medio años es “dividido/a”: nievel de lo real; sin embargo, el nivel de lo imaginario, les sigue haciendo proferir “unitario”, como cuando, en alemán, para pronunciar la ü, se pone los labios como para decir u y se profiere i.

Varias son las lecciones que se pueden jalar de este hecho. Ahora desearía pensar una: cuál sea el peso específico que hay que otorgar a la manipulación mediática en la construcción de nuevas identidades regionales: “lo camba” o realidades políticas como la “autonomía departamental”. Pareciera que hubiera una “realidad” que está dando a luz la televisión. Esto, para mi, es nuevo. ¿Será el inicio de un proceso político de autopoiesis? ¿Será un simulacro político más, esta vez a nivel subnacional? ¿Una cortina de humo para demorar lo inevitable? ¿Un blef, un spam, un glup, un plach? ¿La semilla de una republiqueta?

Deseo, empero, explicitar, de entrada, mi prejuicio: el comiteísmo católico, blanco, occidental, pretende perpetuar, en niveles subnacionales, una situación de apartheid, bajo un discurso aparentemente liberal y democrático y una práctica explícitamente sediciosa y separatista: no democrática ni liberal, en cualquier caso. Con otras palabras, me interesa inquirir: qué puede la demagogia: esa separación tan abismal entre las palabras y las cosas; hasta dónde ésta pueda construir una realidad política; imponerla en base a propaganda y spots televisivos, amén de desinformación noticiera y, sobre todo, cuán sostenible todo esto pueda llegar a ser.

Me refrescaré una descripción de lo Político para enmarcar mis observaciones. Parece que lo Político no sólo busca un pacto: un equilibrio de fuerzas antagónicas, que se coagula en una Constitución y sus correspondientes instituciones: el elemento estático, que dura y permanece, de donde proviene, justamente, la noción de Estado: el elemento bosónico, la Palabra de Unión; sino que lo Político también contiene un elemento fermiónico, dinámico, la Palabra de Separación, que se pone en escena cada día. Sincronía y diacronía, estructura y función, centrípeto y centrífugo, catabolismo y anabolismo: onda y partícula. La complementariedad de estas dos energías antagónicas vendría a constituir lo Político, cuando nos referimos a la convivencia humana.

En Bolivia, las energías centrífugas, de atomización, fragmentación, disipación: entropía, son, ahora, dominantes. En esto consiste, justamente, una crisis de Estado. Las fuerzas centrípetas, de conjunción, agregación, aparentemente, no logran dar con la fórmula que vuelva a coagular un nuevo pacto constitucional. Probablemente, los elementos simbólicos que han producido los problemas actuales, ya no sirven para diseñar las nuevas soluciones. A lo mejor, la forma unitaria, tanto si es entendida homogéneamente: como Estado Nación o Autonomía Departamental, como si heterogéneamente: como Estado Multinacional o Autonomías Indígenas, Provinciales o Regionales, ya no se adecua a la nueva realidad, tanto local como global y, por ello, sigue la turbulencia política. Lo nuevo ha sido vaciado en odres viejos: Principio de identidad aristotélico. Las sociedades también aprenden por error y aproximación y los “errores” son necesarios para dar el siguiente paso. Aprecio en gran medida los errores reconocidos, mas que las verdades eternas.

Estamos, de todos modos, lejos de la otra forma: india y cuántica, de entender el Uno: como complementariedad de opuestos; como el ayllu andino entiende la comunidad política: aran / urin, o la física subatómica lo que es un electrón: onda / partícula, o el derecho de familia lo que es el matrimonio: varón / mujer, la forma más básica de lo político, según el padre del federalismo Johannes Altussius y el creador de la Panaca: Manco Capac. ¡Cuán lejos puede estar lo más cercano! El hermafrodita:” estado unitario multinacional”, pertenece al orden de lo simbólico. La Realpolitik se hace en el orden de lo real, donde coexisten macho y hembra, onda y partícula, urin y aran: la Bolivia india animista y la Bolivia occidental monoteísta. El nivel de lo imaginario es el que opaca, tanto el nivel de lo real como el nivel de lo simbólico. En ello estriba nuestro chenko. La Constituyente ha sido la chinkana, el laberinto, donde todos nos hemos perdido, pero, he aquí que, para encontrarse, es preciso antes perderse. En este punto estamos.

Ahora bien, por un lado, tenemos el vector no estático de la Política, es decir, el espacio de lo fluido, evanescente, que aparece y desaparece, que es impresionista por diseño, que tiene que ver con el “como si fuera cierto”, con el show, la farsa, la escenificación de sueños, deseos, intereses encubiertos; la que engaña, simple y sencillamente; la que inventa señuelos; fabrica ambigüedad y apela a las dimensiones más sutiles del ser humano: a su necesidad de identificarse, de poder decir “nosotros” aunque, de hecho, no sea comensal del Club Social de la Plaza principal; que despierta sus emociones, su lado nocturno e irracional. En fin, todo esto sufre una metástasis, a gran escala y en tiempo real, gracias a la televisión; esa gran caja de sueños y simulación de realidad, capaz de suscitar mundos aparentes, puramente virtuales. ¿Será así, empero? ¿No sembrará también semillas de futuras realidades? ¿Cómo discernir el grano de la paja?

Y, por otro lado, está la parte no fluida, estática, real, legal, racional, económica, cuantitativa, la que hace masa crítica, ¿Newtoniana?, y que, a lo mejor, no es diferente a la anterior: también proyecta sus mitos y mentiras, pero que tiene el pedigree de lo “objetivo”, que se puede cuantificar; se adecua a las normas y leyes; cuaja en instituciones: tiene el beneficio de lo “real”, es decir, existe al margen de la televisión. No es un producto mediático. No entro al tema del funcionamiento y, menos aún, al de la eficacia o eficiencia. Eso vale para los prototipos; no para los plagios. Antes: República; ahora: Autonomía. Al plagio y al simulacro sólo hay que pedirles que hagan creer a la mayoría, a todos si posible, que tenemos un Estado y/o Autonomía de verdad. Esto también funciona y es, quizá, el mayor de los milagros políticos que ha producido la modernidad: ex colonias saqueadas elegantemente, mediante “contabilidades creativas”, previas privatizaciones, abandonadas a su propio caos e incompetencia, pero que, sin embargo, se sientan a la Mesa de las Naciones y les dejan, encima, decir su brindis. El nuevo gran teatro del mundo.

Probablemente siempre ha sido así: sueño y realidad, sólo que ahora la política: las conversaciones en la plaza pública, han sido zafadas de la luz del Logos para estar sometidas a la luz del Mercado. Intercambio, ya no don: el don de la Palabra compartida. Esta ha sido sustituida por una mercancía audiovisual, instalaciones televisadas; productos diseñados por expertos, que se vende con la tecnología de la mercadotecnia. Mis resabios newtonianos, me empujan a dar más peso a lo que existe más allá de las apariencias mediáticas. Mi fuerte sustrato metafísico me hace valorar más el “ser” que la “apariencia”: juegos de palabras, finalmente. Inercias afectivas que no acaban de morir. ¿Por qué deberían , por otro lado?.

Pues bien, la situación boliviana, tal como se cierra después de dos años de gobierno de Evo Morales, muestra una minoría: ¿cien, doscientas, familias? de nuevos ricos, parásitos la mayoría, católicos, blancos, urbanos, racistas, que han acaparado tierras mal habidas, han hecho quebrar a los bancos estatales de fomento: no han devuelto créditos y con el narcotráfico de los Setenta han hecho su “acumulación originaria y tropical”. Sagazmente han invertido en medios de comunicación: televisión y prensa, sobre todo, y, ahora, se están montando su propio show político: una realidad virtual, no legal, ni emanada de las urnas, que les lleva a comportarse, en los cascos urbanos centrales, como si fuesen los amos y señores de la comarca. Ocultan, empero, que mientras cascan cabildazos, les bloquen los kollas desde El Torno y desde Montero; no digamos ya: Yapacaní y San Julián; y los sitian sus pobres desde el Cuarto Anillo para afuera. El Plan Tres Mil, solamente, ya tiene cerca de un cuarto de millón de habitantes: todos kollas y pobres. Están sitiados y no se quieren dar cuenta y, encima, no cesan de echar leña al fuego, pateando kollas e indígenas. Hay algo de suicida y desesperado en todo esto. ¿Les podrá ayudar la televisión? Esa es la incógnita.

A pesar de mis dudas, deseo otorgar el beneficio de la duda a la tele-política del comiteismo cruceño. Me intriga saber para cuánto da. Como percibo, en mí mismo, una cierta confusión, entre apariencia y realidad, entre potencia y acto, entre otorgar el beneficio de la duda y el buen sentido común, me haré un FODA sobre lo que conozco del comiteísmo cruceño, para aclarar mis ideas y, luego, ajustar mis preguntas, si todavía éstas siguen.

Fortalezas

Controlan medios: prensa y tv Tienen un Comité Cívico de gran convocatoria La Unión Juvenil Cruceñista impone sus decisiones Capacidad de captar recursos financieros Buenas relaciones con empresas transnacionales Cuentan con el apoyo político de la jerarquía católica, de sus fieles y alumnos para reunirse a los pies del Cristo Redentor Cuentan con la simpatía de los otros bolivianos occidentales del resto del país El Comiteísmo católico se ha erigido en la contraparte política a la emergencia política indígena personificada en Evo Morales. Monoteísmo versus Animismo. Capacidad de chantaje al gobierno central Capacidad de imponer agenda Capacidad de obstruir, legal e ilegalmente Capacidad de ejercer terror psíquico sobre sus clases medias profesionales Oportunidades Entropía estatal Tendencia centrífuga general: descentralización Incapacidad kolla de distinguir lo sustantivo de lo adjetivo: “querella de la capitalidad”, por ejemplo Como en 1492: la reciprocidad india. Su tendencia al Quid pro quo. Persistencia del complejo de inferioridad de las clases subalternas peri urbanas Deseo mimético de las clases medias bajas: el glamour de las Magníficas Complicidad, a priori, de la Bolivia blanca, católica y de derechas Comprensión y simpatía de la prensa liberal global: “son occidentales, blancos, cristianos: modernos …” Debilidades Capitalismo garrapata No practican virtudes calvinistas, capitalistas No son culturalmente liberales; son machistas La agroindustria está subvencionada Su mercado interno es kolla. El “consumidor” puede “preferir” otros productos … Sus mercados externos son “políticos” El Gobierno central ya no paga sus facturas Sus representantes ya no están en la Administración central: Ministros … Primero boconean y después piensan Localistas Los Pogromos de la Unión Juvenil Cruceñista muestran su verdadero rostro autoritario y patriarcal: pre moderno No tienen líderes de irradiación nacional Costas es un mal producto mediático; no tiene consistencia propia, ni política ni gerencialmente; le falta, además, carisma Brecha: pobres / ricos, muy grande Los “cruceños” no hacen servicio militar Los esbirros tienen mucha hambre y patas cortas Amenazas Rebelión indígena en curso. Tercer ciclo de luchas anticoloniales indígenas Alianza FFAA / Pueblos indígenas Los indígenas son la mayoría del país: lo objetivo Los indígenas creen que ha llegado su hora: el Pachakuti: lo subjetivo Un Estado proteccionista pro indígena Fácilmente cercable, distrital, provincial y departamentalmente Cercados, una Autonomía chuta no dura un mes. No haría falta disparar un tiro. Lógica india del Cerco No son competitivos internacionalmente Sus productos de exportación no tienen ventajas comparativas

Bueno tengo la sensación, después de este ejercicio, de que se me ha desinflado grandemente la intriga inicial. Esto parece, en efecto, un gran Blef en curso. Pero si es un Blef ¿por qué estorban tanto al gobierno de Evo Morales? ¿Por qué lo ponen en jaque a cada rato? ¿Debilidad e incompetencia gubernamental? Ya se que, a un simulacro estatal, no se le deben pedir peras. No se las pido. Pero ¿no será que el gobierno de Evo Morales, a pesar del “confrontacionismo” que le atribuye Filemón Escobar, tiene nomás rasgos muy indígenas de aceptar la co existencia del otro, aún en rebeldía? ¿Cómo entender, si no, su tolerancia frente a la arrogancia sediciosa del comiteismo? ¿O es más bien señal de debilidad? ¿Incapacidad? Sospecho, empero, que no sólo eso. ¿No nos estará mostrando, a pesar suyo, la vigencia del principio andino de que la “unidad” es fruto del encuentro de energías antagónicas? ¿Por qué sus prácticas, entonces, no se expresan teóricamente? Bueno, esa respuesta sí la tengo: sus intelectuales son monoteístas; no animistas, como cabría esperar. De todos modos, yo me resisto a ningunear a los comiteistas. Son la otra energía sin la cual “Bolivia” no es posible. ¿Por qué no leemos sus patéticos y altisonantes manoteos como un grito desesperado por seguir siendo? Ley spinozista del conatus: todo ente buscar permanecer en el ser. ¡Cómo no percibir que la Indianidad (y no el lateralizado Occidente) posee el know how político que permite que unos giren a la derecha y, simultaneamente, los otros giren hacia la izquierda, creando una co-asimetría que no es posible en una geometría politica de tipo euclidiano, pero sí en una que se podría inspirar en la naturaleza: en la ley de paridad, tal como la Indianidad lo practica y las ciencias naturales actuales nos lo enseñan? Deberíamos empezar a pensar lo Político en el continuo energía masa, tiempo espacio. Persistir en pensar unilateralmente, sólo en el vector del tiempo: la historia: “o lo uno o lo otro, pero no los dos al mismo tiempo” nos puede llevar a la catástrofe.

1 comentario:

Anamaría dijo...

Estimado Javier, espro lea este comentario. Le escribe Anamaría García (historiadora), estoy a cargo de una revista llamada "Temas de Historia inmediata-programa Bolivia", estoy preparando el número 5 y el tema es la cosmovisión andina desde la perspectiva de la complejidad. Tengo una invitación para usted al respecto. Sería un honor contar con un artículo suyo en la revista. Por favor, si me puede proporcionar su mail o número de teléfono para que lo contacte...Muchas gracias
Ate. Anamaria Garcia